Los incendios forestales en la Amazonia brasileña provocaron la caída de una extraña lluvia gris en la ciudad de Sao Paulo, denunciaron este jueves biólogos.
“Nunca encontré una situación como ésta, es un episodio crítico”, declaró la bióloga Marta Marcondes, que analiza muestras de la lluvia que cayó en São Paulo el 19 de agosto, cuando en medio de la tarde el día se volvió noche.
Ciudadanos del estado más poblado de Brasil, en la región sureste, fueron sorprendidos ese lunes por una oscuridad repentina a las 15.00 locales (18.00 GMT) y algunas regiones registraron una lluvia gris.
Marcondes, especialista en recursos hídricos y contaminación acuática, explicó que las muestras presentan “una cantidad muy grande de partículas finas”, superior al promedio registrado en situaciones semejantes, esto es, lluvia después de varios días de sequía.
La profesora de la Universidad Municipal de Sao Caetano dijo haberse “asustado” con el olor a madera quemada en las partículas y el nivel de turbiedad de las muestras, pero acotó: “Es prematuro decir que es por causa de los incendios forestales” y que “ahora tenemos que investigar”.
Por su parte, el físico Saulo Ribeiro de Freitas detalló que el fenómeno que oscureció a Sao Paulo fue producto de dos masas de aire, una procedente del norte y del centro-oeste (donde está la región amazónica), y otra de aire polar, formándose un río de humo que llegó hasta el sureste de Brasil.
Aunque no se trata de un hecho inédito, Freitas advirtió que este año “fue inusitado, porque los números de incendios son aterradores”.
Los datos satelitales del estatal Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) indicaron que, entre enero y el 21 de agosto, Brasil registró 75 mil 336 focos de incendio, un incremento de 84% frente al mismo período de 2018. Más de la mitad de estos siniestros (52,6%) están en la región amazónica.
El fenómeno que sumergió a Sao Paulo en las tinieblas “es una alerta para el país. Estamos de frente al mar y de espaldas a Brasil”, dice Freitas, en alusión a la posición geográfica de la capital económica del país, cerca del litoral y a miles de kilómetros de la selva que arde en llamas hace semanas.
En Porto Velho, capital del estado amazónico de Rondonia, a 3 mil km al oeste de Sao Paulo, la concentración de humo saltó a las noticias cuando un vuelo fue desviado por falta de visibilidad.
“La humareda está perjudicando nuestra vida”, dijo el motoboy Roberto dos Santos, que cuenta cómo las consecuencias de los incendios forestales se arrastran a la pequeña ciudad al borde del río Madera.
“En las mañanas no es posible ni ver los carros (…). Mi hija está enferma, tuve que llevarla a la emergencia. Hay animales muriendo quemados en la selva, algunos están huyendo a la ciudad, buscando un refugio”, lamenta.
La imagen de un bombero de Mato Grosso (centro) en una tierra arrasada por las llamas dando de beber a un sediento armadillo -el animal que Brasil eligió como mascota para su Copa del Mundo-2014- circulaba con dinámica este jueves en las redes sociales.
Otros mensajes impulsaban el hashtag #ForaSalles pidiendo la destitución del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, que minimizó la crisis a inicios de la semana, mientras el presidente Jair Bolsonaro sugirió que los focos ígneos podrían ser encendidos por oenegés.
“La situación exige mucho cuidado, es necesario contabilizar los incendios y su impacto”, afirma el profesor Eduardo Landulfo que, con proyectos desarrollados por la Fundación de Apoyo de Investigación del Estado de Sao Paulo (Fapesp), estudia desde hace décadas la contaminación del aire. A su juicio, la noche que tomó a Sao Paulo por sorpresa “no sólo es una alerta para Brasil, sino para toda la región”.
Con información de medios internacionales
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