El presidente estadounidense, Joe Biden, y el mandatario ruso, Vladimir Putin, hablaron por teléfono para hacer prevalecer la vía diplomática frente a la crisis generada por la amenaza de una invasión rusa a Ucrania.
La conversación entre los dos dirigentes duró unos 50 minutos, según la Casa Blanca.
Biden se halla en Wilmington, en Delaware, donde tiene una casa y pasa las fiestas de fin de año. La Casa Blanca publicó una foto del presidente, con el teléfono en la mano, en una habitación con paredes revestidas de madera.
Su intención, según la Casa Blanca, era proponer “una vía diplomática” para evitar una escalada militar en Ucrania.
Unas horas antes de la llamada, la segunda en menos de un mes, Putin dijo estar “convencido” de que era posible un diálogo “eficaz” y “basado en el respeto mutuo” y recordó la cumbre entre ambos dirigentes en junio en Ginebra.
Durante la conversación, el presidente estadounidense se proponía insistir no obstante en que sigue “profundamente preocupado” por la presencia de decenas de miles de militares rusos en la frontera con Ucrania y que está “preparado para responder” en caso de una ofensiva, según un alto cargo de la Casa Blanca.
Rusia, a medida que se acercan las negociaciones ruso-estadounidenses del 10 de enero en Ginebra, repite una y otra vez que su prioridad es negociar dos tratados que redefinan el equilibrio y la arquitectura de seguridad en Europa.
Para el Kremlin, la seguridad de Rusia pasa por prohibir que la OTAN se amplíe y por terminar con las actividades militares occidentales en lo que Moscú considera su zona de influencia.
Según Rusia, sus exigencias solo buscan evitar un agravamiento de las tensiones, pues Moscú considera como una amenaza directa a sus intereses el apoyo de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea a Ucrania, cuyo gobierno es prooccidental.
Estados Unidos, acusado de dirigir algunos temas internacionales sin demasiada concertación con sus aliados, insiste en coordinarse estrechamente con los europeos y los ucranianos.
El secretario de Estado, Antony Blinken, habló el miércoles con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y con sus homólogos de Francia, Alemania y Reino Unido.
Zelenski afirmó haber recibido garantías de “pleno apoyo estadounidense” para “combatir un ataque ruso”.
En la entrevista telefónica de principios de diciembre, Biden amenazó a Putin con sanciones “como nunca había visto” si ataca a Ucrania.
Los países occidentales han descartado hasta ahora una respuesta militar a una eventual invasión rusa y el Kremlin ha hecho poco caso a las amenazas de sanciones.
Rusia y su élite dirigente ya son objeto de numerosas represalias económicas de los países occidentales por la cuestión ucraniana y la represión en el país, pero ninguna de estas medidas ha hecho cambiar de actitud al Kremlin, más bien lo contrario.
Moscú niega estar amenazando a Ucrania, aunque en 2014 anexionó su península de Crimea, y afirma actuar en respuesta a la hostilidad de Occidente que respalda a Kiev, especialmente en su conflicto contra separatistas prorrusos en el este del país.
Estos últimos, aunque los dirigentes rusos lo nieguen, son sospechosos de estar a las órdenes del Kremlin.
Por lo pronto, la negociación del 10 de enero en Ginebra sobre Ucrania y la estabilidad estratégica se anuncia tensa. El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha descartado de entrada cualquier “concesión” y Estados Unidos ya había advertido que algunas peticiones rusas eran “inaceptables”.
Esas discusiones, lideradas por la vicesecretaria de Estado estadounidense Wendy Sherman y su homólogo ruso Serguéi Riabkov, serán seguidas por una reunión entre Rusia y la OTAN el 12 de enero y por otra al día siguiente en el marco de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Con información de medios internacionales
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