Medios locales informaron este martes que las dos explosiones en el puerto de Beirut, Líbano, suma al menos 80 muertos y cerca de 4 mil heridos.
“Era como una bomba atómica. He visto de todo, pero nada semejante”, declaró a la AFP Makruhie Yerganian, un profesor jubilado que vive desde hace más de 60 años frente al puerto.
El primer ministro Hasan Diab afirmó que las explosiones fueron causadas por la detonación de 2 mil 750 toneladas de nitrato de amonio en el puerto.
El amonio se utiliza en la composición de ciertos fertilizantes, pero también de explosivos.
El director general de Seguridad General, Abas Ibrahim, dijo antes que las explosiones en un almacén del puerto pueden haber sido causadas por “materiales explosivos confiscados hace años”.
Diab prometió que los responsables deberán “rendir cuentas” y pidió ayuda a los “países amigos”.
En torno a las 18.00 locales (15.00 GMT), se escuchó una primera explosión en Beirut, seguida de otra muy potente. Los edificios temblaron y los vidrios de las ventanas se rompieron a varios kilómetros a la redonda. La onda de choque se sintió en la isla de Chipre a unos 200 km de distancia.
La ONU afirmó que varios cascos azules resultaron gravemente heridos a bordo de un barco dañado por las explosiones. Miembros del personal de la embajada de Alemania también sufrieron heridas, según Berlín.
En las calles de Beirut, soldados evacuaron a habitantes aturdidos, algunos ensangrentados, con camisetas atadas alrededor de la cabeza para vendar las heridas.
Varios coches, con los airbags inflados, y autobuses quedaron abandonados en medio de las carreteras. Hay viviendas cercanas al puerto destruidas o con destrozos cuantiosos.
Un testigo estimó que la explosión era “más fuerte que la del asesinato de Rafik Hariri”.
El 14 de febrero de 2005, un espectacular atentado con una camioneta cargada de explosivos se produjo al paso del convoy de Rafik Hariri.
El primer ministro Hariri y otras 21 personas murieron, en tanto más de 200 resultaron heridas. La explosión causó llamas de varios metros de alto y rompió los vidrios de las ventanas de edificios en un radio de medio kilómetro.
La tragedia del martes se suma a la difícil situación de Líbano, que atraviesa su peor crisis económica en décadas, marcada por una depreciación monetaria inédita, hiperinflación, despidos masivos y drásticas restricciones bancarias, que alimentan manifestaciones desde hace meses.
En el extranjero, Francia anunció el envío de ayuda y Estados Unidos dijo que está “dispuesto a proporcionar asistencia al pueblo libanés” para ayudarle a “recuperarse de esta horrible tragedia”.
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