Italia ha concluido su participación en la emblemática y polémica Nueva Ruta de la Seda, impulsada por China. Roma notificó al gobierno de Pekín su decisión de retirarse de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, también conocida como Nueva Ruta de la Seda, aunque expresó su intención de seguir fortaleciendo la relación bilateral.
El proyecto, lanzado en 2013 por el presidente chino Xi Jinping, abarca una amplia gama de programas de desarrollo e inversión que se extienden desde el este de Asia hasta Europa, África y América Latina.
La decisión del gobierno italiano era esperada, ya que durante la campaña para las elecciones generales a finales de 2022, la ahora primera ministra Giorgia Meloni calificó de “error” la adhesión de su país a este megaproyecto. Desde China, lamentaron la decisión e insistieron en que la iniciativa “sigue siendo atractiva y ejerce una considerable influencia a nivel global”.
¿Caramelo envenenado?
Cuando en 2019 el entonces primer ministro italiano, Mario Conte, suscribió con Xi Jinping el memorando de entendimiento que marcó la adhesión de Italia a la Nueva Ruta de la Seda, se desató una avalancha de críticas tanto a nivel nacional como internacional.
Aunque Italia no fue el primer país europeo en sumarse a esta iniciativa (otros 17 lo habían hecho), sí fue el único miembro del G7, la asociación que agrupa a las siete democracias y economías más desarrolladas del mundo, en dar ese paso.
En su momento, Estados Unidos y otros aliados manifestaron su inquietud. ¿La razón? La Ruta, lanzada por el gobierno de Pekín en 2013, buscaba impulsar el intercambio comercial entre China y Occidente mediante cuantiosas inversiones en proyectos de infraestructura financiados por el gigante asiático.
Pekín prometió invertir alrededor de US$1 billón en ferrocarriles, carreteras y puertos para conectar sus centros de producción con Europa, Asia y África.
Sin embargo, algunos argumentan que detrás de estos proyectos se esconde la estrategia de China para aumentar su influencia geopolítica global. Gobiernos, expertos y agencias de investigación como AidData han denunciado la aplicación de lo que llaman la “trampa de la deuda” por parte de China.
Esta estrategia implica ofrecer a ciertos países enormes créditos para financiar megaproyectos que difícilmente obtendrían en los mercados internacionales. Cuando estos países no pueden cumplir con los pagos de los préstamos, China toma el control de las obras o de los recursos naturales.
Las condiciones de estas operaciones también son opacas, según advirtió AidData en un informe de 2021, en el que analizó los más de 13,400 proyectos financiados por China en todo el mundo bajo el paraguas de la Nueva Ruta de la Seda.
El mes pasado, el presidente estadounidense Joe Biden mencionó la “trampa de la deuda” y exhortó a los países latinoamericanos a no caer en ella, al tiempo que prometió destinar miles de millones de dólares a la región a través de instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). China, por su parte, ha negado las acusaciones.
Un negocio que no dio dividendos
Desde Roma han dejado claro que tomaron la decisión de retirarse de la Nueva Ruta de la Seda para proteger los intereses nacionales y debido a que el acuerdo no arrojó los resultados esperados.
El ministro italiano de Exteriores, Antonio Tajani, afirmó a la prensa local: “La Ruta no es una prioridad para nosotros (…) no nos ofrecía una perspectiva ventajosa”.
Los datos respaldan la explicación oficial. Las exportaciones italianas a China aumentaron un 25%, pasando de US$14.100 millones en 2019 a US$17.700 millones en 2022. Sin embargo, las importaciones chinas a Italia aumentaron casi un 80% en el mismo período, de US$34.160 millones a US$61.950 millones.
Además, la considerable cantidad de dinero prometida por China, que en algún momento se estimó en US$22.000 millones, nunca se materializó. Por el contrario, la inversión china en Italia se desplomó desde los US$650 millones en 2019 a apenas US$33 millones en 2021.
“La integración económica entre los dos países no ha avanzado de manera significativa, ni en el comercio ni en la inversión”, señaló la economista española Alicia García Herrero, responsable de la región Asia Pacífico en el banco de inversión francés Natixis. En un artículo publicado por el Real Instituto Elcano de España, la experta agregó que después de cuatro años, uno de los objetivos del memorando era reequilibrar la relación comercial desigual, pero nada ha cambiado, y las autoridades italianas tenían pocos motivos para mantenerse en la Ruta.
Deja un comentario