Fecha de hoy23 noviembre, 2024

Antártida: entre meteoritos ancestrales y nieve verde

Investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y del Instituto Antártico Argentino en la isla Marambio lograron cartografiar en la Antártida los indicios del meteorito que acabó con la vida de los dinosaurios en la tierra.

La isla se encuentra en las proximidades del extremo nororiental de la Península Antártica y es un lugar “excepcional” del planeta por su riqueza geológica y paleontológica, pues contiene un registro fósil excepcional, muy estudiado por científicos de todo el mundo, en el que se concentran la mayoría de las publicaciones paleontológicas de esta zona de la Antártida.

En ella se ubica el estrato geológico más extenso y austral del planeta que alberga los restos del meteorito causante de la extinción de los dinosaurios.

La capa corresponde al denominado límite K-Pg (entre las épocas geológicas Cretácico y Paleógeno), con una edad de unos 66 millones de años. En este nivel se halla el registro de un cambio fundamental en la historia evolutiva de la vida en la tierra, ya que significó la extinción de la mayoría de los grupos faunísticos dominantes hasta entonces, como los dinosaurios y los reptiles marinos y la expansión de otros, como los mamíferos.

Cuando el meteorito, de unos 10 kilómetros de diámetro, impactó al parecer en las costas de lo que hoy es la península del Yucatán, en México, sus cenizas se esparcieron por todo el mundo y durante décadas estuvieron decantándose sobre toda la superficie de la Tierra.

La “nieve verde”

La anomalía geoquímica, junto con las extinciones de grandes grupos de fósiles, se encuentra registrada dentro de un estrato verdoso, de unos cinco metros de espesor, que a lo largo de siete kilómetros atraviesa la isla de Marambio.

El estudio de esta capa puede ofrecer las claves para entender los actuales cambios climáticos y su relación sobre la evolución de los seres vivos. Se ha registrado que el aumento de temperaturas ayuda a que el continente más frío del planeta presente una abundante “nieve verde” que puede verse incluso desde el espacio y está conformada por algas  microscópicas, con un crecimiento en masa que hace que la nieve se vuelva verde brillante.

Investigadores de la Universidad de Cambridge y el British Antarctic Survey elaboraron el primer mapa de algas de la Antártida, cuya vida vegetal consta de varios tipos de algas que crecen en la nieve y absorben el dióxido de carbono del aire. Su distribución depende de aves y mamíferos marinos cuyos excrementos actúan como un fertilizante natural altamente nutritivo que acelera el crecimiento de las algas.

Este fenómeno ofrece algunas claves para comprender el ecosistema de la Antártida y  su ciclo de carbono.

Fuente: Milenio

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