Este domingo no es como cualquiera en Querétaro.
Es día de clásico, queretanos y potosinos en el Clásico de la 57.
La rivalidad entre Gallos Blancos y San Luis dejó de crecer en lo deportivo por la ausencia de los potosinos en primera división, pero que lamentablemente aumentó en la violencia entre ambas porras.
Lo sucedido el pasado 20 de octubre, manchó el fútbol, su rivalidad y marcó uno de los hechos más violentos en el balompié nacional.
Para el segundo juego entre queretanos y potosinos, el juego ya tenía marcada la etiqueta de alto riesgo.
La llegada al Corregidora fue tranquila, sin disturbios. Envuelta de un entorno familiar, resguardado por más de mil elementos de seguridad y una revisión minuciosa sin importar la playera.
Los de casa siempre en su papel… alentando, cantando y brincando desde fuera, marcando territorio ante la posible invasión tunera. Pero así quedó… en posible.
16 minutos bastaron y Nicó Ibañez pegó donde duele, abajo, en la esquina.
Enmudeció las gradas y desnudó 2 ausencias importantes, pesos pesados y que han sido fundamentales: Ariel Nahuelpan y Victor Manuel Vucetich.
Duelo con altas expectativas y que pagó con poco espectáculo deportivo, sin embargo el saldo fue limpio, la rivalidad del Clásico de la 57 no llegó a las tribunas y respetó la esencia de este deporte.
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