A pesar de los esfuerzos globales durante décadas para reducir la contaminación por mercurio, los niveles de este metal en el atún han permanecido estables.
Este elemento tóxico se libera al extraer y quemar carbón, y eventualmente llega al océano, donde se acumula en los peces.
Aunque los niveles de mercurio han disminuido considerablemente en la atmósfera, han permanecido constantes en el atún desde 1971.
Los expertos señalan que el mercurio de larga data se encuentra en las profundidades del océano y alcanza las aguas donde habitan los atunes. Una vez en los ecosistemas marinos, el mercurio se transforma en metilmercurio, su forma más peligrosa.
Este compuesto se acumula en los atunes cuando estos consumen otros peces contaminados. Cuando los humanos ingieren atún, uno de los pescados más populares a nivel mundial, se exponen al mercurio.
Aunque se esperaba que las concentraciones de mercurio en los peces disminuyeran, los investigadores han encontrado que esto no ha sucedido.
El mercurio representa una amenaza particular para los fetos y los niños pequeños, pero también se ha vinculado a enfermedades cardiovasculares en adultos.
Las fuentes de contaminación
Las principales fuentes son:
- la minería del carbón y del oro
- la quema de carbón
- la industria
- el tratamiento de residuos
Incluso la incineración de cuerpos humanos que contienen empastes de amalgama contribuye al total de emisiones en el aire.
Gracias a las restricciones aplicadas a muchas de estas actividades, las emisiones atmosféricas han disminuido aproximadamente un 90% desde 1990.
Para evaluar si estas medidas han afectado los niveles de mercurio en el atún, los investigadores analizaron los datos de casi 3,000 muestras de músculo de atún procedentes de peces capturados en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, incluyendo especies como el patudo, el listado y el rabil o aleta amarilla, que representan conjuntamente el 94% de las capturas mundiales de atún.
Los nuevos resultados
El reciente estudio contrasta con investigaciones previas que indicaban una disminución en los niveles de mercurio en ciertas especies de atún.
“Contamos con una cantidad considerablemente mayor de datos, un período de muestreo más extenso y una diversidad de tamaños de peces más amplia”, comentó Anaïs Médieu, la principal autora del estudio, quien pertenece al Instituto Nacional Francés de Investigación para el Desarrollo Sostenible.
“Este aspecto es crucial, ya que el mercurio se acumula en el organismo del animal a lo largo de su vida. Por tanto, disponer de una variedad amplia de tamaños de peces resulta muy relevante”.
Según los científicos, los niveles de mercurio en el atún se han mantenido estables desde 1971 hasta 2022, a excepción de un aumento registrado en el Pacífico noroccidental a finales de la década de 1990, relacionado con el incremento de las emisiones de mercurio en Asia debido al aumento en el consumo de carbón para la generación de energía. Los investigadores sugieren que esta estabilidad podría ser atribuible a emisiones ocurridas décadas o incluso siglos atrás.
“Existe una gran cantidad de mercurio legado que se encuentra en las profundidades del océano”, explicó Médieu.
“Este mercurio se mezcla con las capas superficiales del océano, donde los atunes se alimentan. Por consiguiente, se mantiene un suministro constante de este mercurio antiguo que fue liberado hace mucho tiempo, posiblemente décadas o siglos atrás”.
Se estabiliza lentamente
Anne Lorrain, coautora del estudio y también investigadora en el Instituto Nacional Francés de Investigación para el Desarrollo Sostenible, sugiere que se deben intensificar los esfuerzos.
“Nuestra investigación indica que se requerirán reducciones significativas en las emisiones de mercurio para observar una disminución en los niveles de mercurio en el atún”, explicó a la BBC.
A pesar de las reducciones registradas en años recientes, los resultados “indican que será necesario tener paciencia antes de ver un cambio en los niveles de mercurio en el atún”, agregó.
“En términos generales, es similar a las emisiones de CO2 [dióxido de carbono]. Si reducimos drásticamente las emisiones, el CO2 en la atmósfera se estabilizará gradualmente y, eventualmente, comenzará a disminuir”.
El estudio fue publicado en la revista Environmental Science & Technology Letters.
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