El pasado 15 de diciembre, como lo acordaron algunos hoteleros al día siguiente de la devastación de Otis, echaron a andar Las brisas, Emporio y otros negocios turísticos.
La noche del 24 de octubre, el Hotel Las Brisas tenía una ocupación del 70 por ciento. Sin embargo, al despertar al día siguiente, tras el paso inesperado y devastador del huracán Otis, el emblemático hotel de Acapulco se transformó en un refugio donde todos seguían las indicaciones del personal y los protocolos establecidos, compartiendo comidas, espacio para dormir y actuando según las necesidades del momento.
Ricardo Suárez, gerente general del hotel, reconoce que al hablar de esos días, aún se tocan fibras sensibles. Un evento como este hace imposible centrarse únicamente en la perspectiva comercial; es fundamental abordar la experiencia humana. Apenas dos días después del huracán, el 26 de octubre, Ricardo y otros hoteleros se reunieron en medio de dudas e incertidumbre para fijar una fecha tentativa de reapertura. El 15 de diciembre se estableció como el día clave para reiniciar una de las principales fuentes de ingresos del estado: el turismo. Con solo 50 días para limpiar playas, habitaciones e instalaciones, la tarea parecía casi imposible a simple vista.
Las labores de limpieza y reconstrucción comenzaron prácticamente de inmediato. Con el valioso apoyo de la CFE, que restableció la luz en pocos días y gradualmente iluminó la bahía, se formaron brigadas con los propios equipos de trabajo de cada hotel. Los organigramas quedaron en el olvido: ya no existían gerentes, camaristas, recepcionistas ni meseros; todos formaban un único equipo que, a pesar de los daños en sus hogares y los problemas de transporte, luz y agua, regresaban diariamente a sus lugares de trabajo para limpiar escombros, rescatar lo posible, lijar y pintar muebles, soñando con abrir a tiempo para la temporada alta de Navidad, el momento más importante del año para su labor.
Y se pudo
El 15 de diciembre pasado, después de semanas intensas de labor, tal como lo relató Ricardo, el hotel pasó de la incertidumbre de “¿se podrá?” a la satisfacción de decir “se pudo”, al reabrir sus instalaciones y dar la bienvenida a los primeros visitantes. La expresión de alegría en los rostros de los empleados, ubicados al pie de la escalera y tocándose el corazón, un gesto característico de Las Brisas, lo expresaba todo.
Aquellos que fuimos testigos de este momento habíamos transitado minutos antes el trayecto del aeropuerto al hotel, permitiéndonos observar lo que seguramente muchos habían visto previamente en televisión o redes sociales. Resultaba difícil contener la emoción al descender de la camioneta y escuchar los primeros acordes de “El son de la negra”. El mensaje era claro: “Estamos de pie a pesar de todo”.
Es innegable que Acapulco, desde una perspectiva visual, ya no exhibe la misma imagen que tenía. Sin embargo, esta transformación ofrece la mejor oportunidad no solo para recuperarse, sino también para reinventarse. A pesar de los cambios, la imponente bahía, los atardeceres incomparables y, sobre todo, la actitud de la gente dispuesta a dejar de lado sus propias penas para recibir con entusiasmo a los turistas, especialmente aquellos que año tras año viajan desde la Ciudad de México en busca de descanso y diversión, permanecen intactos.
Acuérdate de Acapulco
No es coincidencia que al hablar sobre la recuperación de Acapulco se haya recurrido desde el principio a la nostalgia. Este puerto alberga recuerdos diversos para millones de personas, no solo mexicanas. La frase inicial de la conocida canción que Agustín Lara dedicó a María Félix, “Acuérdate de Acapulco…”, adquiere nuevos matices al considerar que la recuperación requiere la colaboración de varios protagonistas: los habitantes locales, los empresarios y los visitantes. Aunque también se cuenta con la participación del gobierno, es bien sabido que, ante la adversidad, son los ciudadanos comunes quienes toman la iniciativa para reconstruir. Acapulco está en camino porque su propia comunidad está trabajando arduamente para levantarlo.
Aunque los hoteles, incluyendo destacados establecimientos como Las Brisas y el Hotel Emporio, que reabrieron el pasado viernes, aún no han alcanzado el 100% de su capacidad operativa, ambos informan de ocupación completa para la noche de Año Nuevo, con listas de espera de visitantes que desean dar la bienvenida al 2023 en este destino. Además, se confirma la celebración del espectáculo pirotécnico tradicional que ilumina la bahía al final de cada año, así como la realización del Abierto Mexicano de Tenis en febrero y marzo de 2024, y el famoso Tianguis Turístico en abril. Los habitantes de Acapulco son conscientes de que el tiempo apremia y que los visitantes a estos eventos de alcance internacional están a punto de llegar. En lugar de lamentarse por lo ocurrido, han dedicado su tiempo a trabajar y demostrar su resiliencia.
Gracias a estos esfuerzos, hoy nuevamente hay opciones de alojamiento y actividades para todos los gustos. Quienes buscan privacidad pueden optar por el clásico Hotel Las Brisas, con sus característicos bungalows con piscina privada, servicio de alta calidad y exclusivo club de playa. Para aquellos que prefieren un resort más grande con múltiples piscinas y restaurantes, el Hotel Emporio ofrece una playa completamente limpia y un personal preparado para brindar la mejor experiencia.
Turismo alterno
A menos de una hora de distancia desde la Costera Miguel Alemán, se encuentra Coyuca de Benítez, una opción turística que ofrece temazcales, paseos en lancha por la laguna y la oportunidad de liberar tortugas. Muchas de las enramadas a lo largo de la carretera fueron reconstruidas en semanas y han comenzado a recibir a turistas, ofreciendo deliciosos platillos como camarones, pescados y los tradicionales sopes, como los que brinda el Restaurante Santorini Playa Azul. Coyuca ha recuperado su serenidad, permitiendo a los visitantes disfrutar de la tranquilidad mientras se relajan en una hamaca y observan cómo el cielo se tiñe de naranja.
En ambos municipios, aún queda mucho trabajo por hacer. Los acontecimientos no fueron insignificantes, y nadie estaba preparado para afrontarlos. En situaciones como estas, el progreso se logra día a día y de la mano. Acapulco está reevaluando todos sus aspectos y ha dado el primer paso para reconstruirse, pero para ello requiere el respaldo de quienes le han brindado tanto: sus turistas. Ha llegado el momento de regresar y forjar nuevas experiencias en este hermoso puerto, que no solo cambiará su aspecto, sino que se transformará desde sus cimientos con la colaboración de su comunidad y la lealtad de quienes vienen de fuera. Contra eso, ningún huracán podrá prevalecer.
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