Un estudio de la Universidad de Harvard ha demostrado que las vacaciones reducen el estrés y fortalecen el sistema inmune a corto plazo; otra investigación de la Organización Nuffield Health indica que la presión arterial desciende un 6% entre quienes están en pleno stop laboral. Mejora el estado anímico, el sueño… etc.
Antonio Gallego, experto en mindfulness y colaborador de Petit BamBou da puntos para desconectarse y para reconectar con nosotros mismos en diferentes claves:
Frena el tren de forma suave y anticipada. “En cada cambio de nuestra rutina sucede lo mismo que si intentas parar de golpe un tren de mercancías: la inercia llevará al desastre y la mercancía acabará volcando; es lo que nos sucede cuando pasamos de la rutina laboral al modo vacaciones: los hábitos instaurados, el estado de alerta y el ritmo seguirán su inercia pese a que las condiciones hayan parado de golpe”, explica Antonio Gallego. “Trabaja la transición de forma progresiva, y para ello dedica un par de días previos a la sensación de merecimiento: Has hecho todo lo que has podido, de la mejor forma posible y ahora eres merecedora de un descanso”.
Suelta expectativas. “Aconsejo soltarlas y aceptar todo tal y como sucede, pues la diferencia entre realidad y lo esperado suele ser fuente de frustración: lo notarás cuando veas lo que se parece el plato del chiringuito y el de la foto de la carta”, bromea Antonio.
Haz algo altruista. “Las acciones solidarias conllevan la necesidad de estar conectados con nosotros y con los demás; la experiencia de aportar un valor social incrementa la sensación de tiempo aprovechado, y ello el disfrute”.
Vive un sano egoísmo. A veces la rutina laboral no nos deja dedicarnos espacio; “desde un sano egoísmo podemos pedir a nuestra pareja, familia o amigos ese momento de autocuidado, sea una afición, estar a solas, etc.”.
Fuente: Mujerhoy.com
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