La princesa Charlotte sacó la lengua en la boda real mientras su hermano Jorge se escondió detrás de las piernas de su madre.
La travesura de la pequeña integrante de la realeza británica ocurrió a bordo de un Rolls Royces vintage donde viajaban las seis damas de honor bellamente vestidas y dos de los cuatro pajecitos que se dirigían hacia la Capilla de San Jorge.
La duquesa de Cambridge sostuvo la mano de su hija y la de Florence van Cutsem de tres años, entró a la capilla, mientras que Jessica Mulroney y Benita Litt, las mejores amigas de Meghan Markle, siguieron a sus hijas Ivy, de cuatro. Remi, de seis y Rylan, de siete, y Zoe Warren (esposa del amigo íntimo de Enríque, Jake Warren) aparecieron en la retaguardia con Zalie, la integrante más joven.
Cuando el automóvil de la novia se detuvo, otras dos caras se asomaron, ansiosas por ver a la multitud. Los gemelos Brian y John Mulroney, de siete años, tenían el importante trabajo de acompañar a Meghan al otro lado del pasillo.
Una vez adentro de la iglesia, los niños fueron conducidos rápidamente por la duquesa de Cambridge, que luego, junto con las otras madres, tomó asiento junto a la duquesa de Cornualles.
Cuando la novia llegó al umbral de la capilla, la emoción creció demasiado para uno de los mellizos de Mulroney, que no pudo contener su asombro cuando vio a los cientos de personas que esperaban que él realizara su gran momento dentro.
Echando un vistazo alrededor de Meghan, su boca se abrió de par en par con asombro mientras lo asimilaba todo.
La novia se dirigió con gracia por el pasillo hacia su suegro, en lo que podría haber sido una caminata bastante solitaria si no hubiera sido por la banda de damas de honor, tomados de las manos y siguiéndola diligentemente.
Una dama de honor tenía un último trabajo que hacer. Meghan miró por encima de su hombro y sostuvo su ramo de flores que entragaba Ivy Mulroney, hija de su mejor amiga Jessica, quien orgullosamente la tomó y se marchó.
Sus madres, mirando con orgullo desde sus asientos, dieron un suspiro de alivio. Cuando la princesa Charlotte sacó la lengua pudo ser un leve asentimiento hacia el novio, su tío el príncipe Enrique, como de pequeño, cuando también hacía caras graciosas ante las cámaras junto a su madre la princesa Diana en el Palacio de Buckingham.
La acción de Charlotte también ocurrió en la boda de su tía Pippa Middleton el año pasado.
Con información de The Telegraph
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